Una palabra personal para ti

Pasemos al otro lado

5 de abril de 2013

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: PASEMOS al OTRO LADO.

Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.

Pero se levantó una GRAN TEMPESTAD de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.

Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo GRANDE BONANZA.

Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (Marcos 4:35-41)

Muy queridos hermanos,

Jesús les dijo a sus discípulos: Pasemos al otro lado. No obstante para llegar “al otro lado”, al destino que Dios tiene para nosotros, hay que PASAR muchas vicisitudes y aprobar numerosas asignaturas, en la universidad cristiana, escuela de humildad y de obediencia.

Tenemos que SUPERAR los imprevistos, es decir, aquellas cosas “no programadas” que no enseñan en la Escuela Bíblica, y que como borrascas violentas, se levantan súbitamente. Hay que pasar por tormentas, huracanes, traiciones en la Iglesia, peligros de falsos hermanos, desilusiones en la vida cristiana, frustraciones en la vida personal, y tentaciones de dimitir. Hace poco, uno de nuestros pastores, me llamó diciéndome: “no puedo más, dimito”. “Esa palabra no existe en nuestro vocabulario, no la acepto”, le respondí.

Si bien, es cierto, que todos sufrimos incitaciones a caer en pecado, en depresiones, momentos de querer rendirnos y sucumbir ante los ataques, luchas y pruebas diversas. Sin embargo, a pesar de vivir en un mundo rodeado de enemigos, como ovejas en medio de lobos, a pesar de estar en una guerra espiritual constante, al recibir el bautismo del Espíritu Santo, nos convertimos de civiles a soldados uniformados, potencialmente armados y peligrosos.

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...” (Hechos 1:8)

Cristo les dijo: …Pasemos al otro lado, pero no les dijo nada de lo que iban a padecer. Él estaba con ellos en la popa del barco. ¿Qué estaba haciendo? ¿Vigilando? ¿Alentando? ¿Controlando todo? ¿Qué hacia…? ¡Dormía sobre un cabezal!

¿Y qué hacemos cuando aparentemente Dios se duerme? Nosotros, los pastores, teóricamente tenemos que impartir siempre mucho ánimo, aunque a veces, la realidad de la vida cristiana es que, efectivamente, Dios parece estar durmiendo y surgen cosas que no esperamos, no podemos entender, ni comprender, ni explicar, ni con la lógica, ni con la razón, ni siquiera con las predicaciones que escuchamos. Recuerdo que, atravesando un tiempo difícil, en mi frustración e irritación, levanté mi voz: “Señor, ¿qué estás haciendo?” Sin esperar respuesta alguna, de repente me contestó: “Quiero hacerte santo”. Yo pensaba que quería hacerme feliz, pero el Señor está más interesado en mi santidad que en mi felicidad.

UN PLAN Y UN PROPÓSITO MAYOR

“María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.” (Juan 11:32)

Señor, si hubieses estado aquí… pero Él no estuvo allí, le dejó morir. Tenía un plan y UN PROPÓSITO MAYOR. Dios, siempre tiene algo mayor cuando permite algo menor.

Los discípulos, en un principio, creían poder salir adelante en sus propias fuerzas, sin necesidad de clamar a Dios. ¡Dejémosle dormir y breguemos! Pero hay situaciones en las cuales necesitamos comprender que no podemos intervenir, sino solamente implorar a Dios: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” ¿No te importa lo que pasa? ¿No ves lo que me ocurre? ¿No sientes como yo? ¿No tienes cuidado Señor? ¿Podemos confiar en que Dios nos ama? Esta es la gran pregunta del creyente en TIEMPOS de PRUEBAS y a través de ella gira toda la guerra espiritual.

Al rector del seminario de Princeton, (Nueva Jersey) se le preguntó: ¿Cuál es el pensamiento espiritual más sublime que ha tenido en su vida? Y él contestó: “Cristo me ama, lo sé y la Biblia me lo dice”. Yo mismo, a punto de cumplir los 66 años, después de visitar 28 países, de escudriñar las Escrituras, de ahondar en la doctrina, de experimentar y sufrir numerosos ataques y tribulaciones, testifico que ahora lo más importante, lo que más me conmueve, es la insondable verdad de que JESÚS ME AMA. La mayoría de las veces no servimos al Señor completamente, ni luchamos, ni nos arriesgamos en la batalla espiritual porque nos falta la seguridad de que nuestro “novio” nos ama. Por consiguiente, no descubrimos las maravillas, ni los prodigios de la fe. Si tuviéramos la certeza de SU AMOR INCONDICIONAL lucharíamos hasta la muerte.

ÉL TIENE CUIDADO DE VOSOTROS

Trabajando en el campo, paré un momento a descansar a la sombra de un árbol, en mis luchas y dudas, me dispuse a leer la Biblia y Dios me habló en 1ª Pedro 5:7:

“Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene CUIDADO de VOSOTROS”.

Las palabras del apóstol Pedro tienen mucho peso y valor. No son palabras de un novato, que sale del seminario, lleno de ilusiones, de fe o presunción, sino de un catedrático adiestrado en las “guerras” de la vida. Aun después de una vergonzosa negación, abandonar el llamamiento y ministerio, y tras muchos años de pruebas y fracasos, pudo afirmar esta verdad: …Porque Él tiene cuidado de vosotros.

Otro día, arando con el tractor, perdí la billetera, y aunque llevaba poco dinero mi preocupación era por los documentos. Clamé al Señor: “¡ayúdame!”. De pronto la encontré, en medio del campo. El Señor siempre responde. Aunque, dependiendo cómo pidamos operará, porque una cosa es pedir y otra es DESCANSAR en ÉL

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Este versículo debe penetrar profundamente en nuestro corazón, así cuando nos sorprenda la tempestad, no desconfiaremos de que realmente, Él tiene cuidado de nosotros. En período de prueba, debemos preguntarnos: "Señor, ¿qué pasa? ¿He bajado la guardia y las defensas están debilitadas? ¿Qué tengo que corregir o aprender? ¿Qué me quieres enseñar, Señor?"

A FIN DE CONOCERLE

Si yo te pregunto: “¿Conoces a Cristo? Muchos diríais que si. Conocemos a Cristo en algunos aspectos: como Salvador, Sanador, Santificador, el que bautiza en Espíritu Santo y suple las necesidades. El apóstol Pablo nos dice:

“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”. (Filipenses 3:10)

También en su primera epístola San Pedro nos advierte:

“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne vosotros también ARMAOS del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado”. (1ª Pedro 4:1)

¿Qué significa amaos? Es PREPARARSE MENTALMENTE, pues la vida cristiana no es un camino de rosas. A veces se sufre. Cuando el apóstol Pedro escribió esta carta, los cristianos ya estaban siendo perseguidos, y un año después se desató contra la Iglesia una persecución intensa y terrible. Nerón, en su furia, comenzó a quemar a los cristianos en sus jardines.

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,

sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” (1ª Pedro 4:12-13)

Por consiguiente, cuando sufrimos por causa de Cristo, podemos esperar que el espíritu de poder y de gloria repose sobre nosotros. …Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2ª Corintios 12:10)

Pese a todo, no queremos ser débiles, porque deseamos siempre tener el control de todo. Pero si nosotros tenemos las riendas, Dios no las tiene. Dejemos que el Señor nos guíe a la debilidad puesto que tiene muchas cosas que enseñarnos. Somos inmaduros y Dios está interesado en llevarnos a la MADUREZ ESPIRITUAL para ser peligrosos al reino de Satanás. Además, para obtener el “doctorado” debemos soportar estas pruebas y poder decir: Aunque me maten yo seguiré creyendo en Él.

FE PROBADA

A menudo ocurre que nuestra fe no ha sido probada. Al igual que en la universidad y en la escuela se practican exámenes que desagradan a la mayoría, con el fin de hacer saber al examinador la capacidad y los conocimientos del alumno. Del mismo modo, Dios nos tantea y dice: le voy a poner a prueba. Hablas de la sanidad y caes enfermo, así comprobamos si en verdad creemos o si es una presunción. La prueba revela la veracidad de lo que confesamos. Generalmente, se cree en Dios cuando brilla el sol y todo va “viento en popa”. Personalmente he pasado noches oscuras, pero sigo creyendo.

Hace unos años me operaron de un tumor en el cuello. Entré en el quirófano gozoso, hablando en lenguas, testificando y proclamando "Dios está conmigo, no me pasará nada". Salí del quirófano con la cara paralizada. En aquel tiempo tenía un ministerio radiofónico, con una audiencia de 10 millones de radioyentes a lo largo de los Estados Unidos, además de la obra en España y no podía hablar, solo babeaba. Tuve que cancelar todas las programaciones. "¿Qué sucede Señor? ¿No me amas?" “Estoy haciendo tu voluntad y tu obra.” "¿Qué ocurre Señor? ¿Por qué no puedo hablar?"

Dentro de mi corazón se debatía esta lucha: ¿Por qué suceden estas cosas si Dios me ama? Aunque esto fue solamente el principio, luego he ido atravesado cosas peores. Si puedo estar aquí, predicando con el respaldo y la autoridad de Dios, es porque me he doctorado en pruebas, fracasos, y sufrimientos. Sé en QUIEN he creído. Sé que Él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. (2ª Timoteo 1:12)

El apóstol Pablo nos advierte:

“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” (1ª Timoteo 2:3)

En esta vida hay aflicciones y heridas, pero RECORDEMOS las manos y el costado de Cristo, también con heridas y su frente macada por la corona de espinas. Servimos al Rey de reyes y vamos a triunfar, pues: …mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. (1ª Juan 4:4)

El propósito de todas las pruebas es el de poder responder: ¿me amas más que éstos? (Juan 21:15) ¿Cuántos siguen a Cristo por sus bendiciones y prosperidad? Hay que seguirle en enfermedad y en salud, en riqueza y en pobreza, hasta la eternidad.

LA PRUEBA DE TU FE

“Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho MÁS PRECIOSA que el ORO, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso.” (1ª Pedro 1:7-8)

La prueba de tu FE, CONSTANCIA y FIDELIDAD es más preciosa y duradera que el oro, que el dinero, que el trabajo y es de GRAN ESTIMA a los ojos de Dios. Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. El amor es el más grande. La Biblia nos enseña que la fe obra por el amor. Sin la confianza de que Dios nos ama, la fe no tiene ninguna base sobre la cual descansar.

Descansemos en Dios, Él nos ama y por esta razón no quiere hijos mal criados y consentidos. Él desea corregirnos y disciplinarnos con amor, para que participemos de su santidad y su gloria. Cristo anhela que seamos no sólo santos exteriormente sino también interiormente. He aprendido la gran verdad y la gran victoria de estar contento en cualquier situación.

En Méjico terminábamos el culto leyendo:

“…gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. (Romanos 12:12)

Por lo tanto, ACERQUÉMONOS CONFIADAMENTE al trono de la gracia, porque nuestro Sumo Sacerdote siente y llora como nosotros. Y aunque quizás la situación tarde en cambiar, conoce nuestro dolor. Él nos ama. Él es amor.

PASEMOS AL OTRO LADO

“Cuando pases por las aguas, YO ESTARÉ CONTIGO; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” (Isaías 43:2)

No nos olvidemos que Jesús les dijo a sus discípulos: pasemos al otro lado. Su plan y propósito es que pasemos al otro lado de las pruebas, no que nos hundamos en medio del mar. Él está con nosotros en medio de la prueba. No olvides lo que Dios te dijo en la luz cuando te encuentres en medio de la oscuridad. Él nos ha dicho, “pasemos al otro lado”, y con esa esperanza, seguíamos adelante guerreando. El viaje no se ha terminado aún. Estas cosas pasarán. No te naufragues en las aguas del desaliento. Olvidarás tu miseria y te acordarás de ella como de aguas que pasaron. Pasemos al otro lado. Habrá una isla donde podrás recobrar fuerzas de nuevo. Pasemos al otro lado. Todo pasa y vino a pasar, no para quedar.

Un abrazo paternal,
Daniel

Damos gracias a nuestra hermana Mª Eugenia por su dedicación y trabajo de transcribir para nosotros este mensaje que prediqué en Miami.