Una palapra personal para ti
La Obediencia Parcial

25 de Junio, 2009

Queridos hermanos,

He decidido usar un capítulo del libro “Vianda Sólida Para Maduros” para la carta de este mes, pues lo considero una palabra muy necesaria y actual para el tiempo en la que estamos atravesando.  Por favor, vuelva a leer este libro detenidamente pues le será de gran bendición.

“Después Samuel dijo a Saúl:  Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al ponérsele en el camino cuando subía de Egipto.

Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y NO TE APIADES DE ÉL; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.”  (1ª Samuel 15:1-3)

Las luchas del Antiguo Testamento son sombras de las luchas espirituales de hoy

Será difícil comprender la masacre que Dios había ordenado si no comprendemos el significado espiritual.  Las relaciones que mantuvo Israel con los pueblos conquistados siempre terminaron CONTAMINANDO al pueblo y llevándolo a la idolatría y costumbres paganas.  Las guerras y las matanzas del Antiguo Testamento son sombras de las luchas espirituales que tenemos actualmente.

Hoy nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra huestes malignas que quieren impedir nuestro avance. Nuestra tierra prometida no es Canaán, lo que debemos conquistar son los deseos carnales que luchan contra el espíritu.  Hoy no tenemos que subyugar a los pueblos extranjeros, sino cada pensamiento que se levanta en contra de la autoridad de Cristo.

“...; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13)

La tierra prometida consiste en las PROMESAS DE DIOS que debemos apropiarnos para avanzar en el camino de la fe. Nuestra meta es la conformidad con Cristo y el conocimiento de Su voluntad perfecta.

¿Qué representa Amalec?

Amalec representa los enemigos espirituales que quieren impedir el paso. “Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.”  Amalec es símbolo de la CARNE y la naturaleza pecaminosa que siempre ataca cuando somos débiles.

Notemos también que Amalec representa un espíritu de REBELIÓN contra la AUTORIDAD DE DIOS.

“Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el TRONO DE JEHOVÁ, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”  (Éxodo 17:16)

Todo lo que hay en nosotros que se levanta contra la autoridad de Cristo debe ser resistido.  Al someternos a Dios podemos resistir al diablo.

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”  (Gálatas 5:17)

Los enemigos de dentro y de fuera

Nuestros enemigos son el mundo, la carne y el diablo:

·         El mundo es lo que enfría nuestro amor por el Señor.

·         La carne es lo que impide nuestro progreso.

·         Y el diablo nos ataca con dudas y pensamientos, que como dardos encendidos pretenden penetrar nuestras armaduras.

Cuando Dios mandó a Saúl que destruyese a Amalec y que borrara su nombre de la faz de la tierra, quiso decirnos a nosotros en esta dispensación, que nos consideremos muertos al pecado. Que por el poder del Espíritu Santo crucifiquemos la carne con sus pasiones y concupiscencias.  Nuestros enemigos están DENTRO DEL CORAZÓN, y debemos hacerles guerra en cada generación.

Samuel ordenó a Saúl destruir sin piedad tanto hombres, como mujeres y niños. Espiritualmente entendemos que las COSAS PEQUEÑAS que toleramos (los niños) se hacen grandes con el tiempo.  Normalmente somos muy tolerantes con nuestros defectos, e intolerantes con los fallos de otros; cuando debe ser todo lo contrario.

La tolerancia a las pequeños cosas que se transforman en gigantes

·         Las pequeñas DESOBEDIENCIAS y REBELIONES que permitimos en el principio de nuestras vidas cristianas, se transforman en HÁBITOS y costumbres que terminan esclavizándonos.

·         La actitud de INDEPENDENCIA que al principio nos parece una virtud, va creciendo hasta que se levantan muros que nos separan.

·         La OBSTINACIÓN que pensamos que es solamente algo inofensivo que hemos heredado de nuestros padres, termina siendo como el pecado de hechicería porque desea controlar y manipular.

·         DEFECTOS DE CARÁCTER como la falta de puntualidad, falta de consideración, falta de disciplina y dominio propio, terminan siendo como gigantes que nos impiden entrar en las promesas de Dios.  El descuido de la vida devocional termina como malos hábitos que apagan el fuego del Espíritu, desembocando en una vida infructuosa.

·         LA LÁSTIMA PROPIA es una forma de tener piedad de la carne.  La tentación que sufrió Jesús es la que sufrimos nosotros.  Cuando Jesús declaró a los discípulos que iba a sufrir, ser crucificado y resucitar al tercer día, Pedro le tomó físicamente por los hombros y le dijo:  “¡Que no te acontezca nunca!”, Cristo respondió:  “¡Detrás de mí Satanás, porque no miras las cosas según la mira de Dios, sino según los hombres”.

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.  Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle diciendo:

Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.  Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:

¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque NO PONES LA MIRA EN LAS COSAS DE DIOS, sino en las de los hombres.”  (Mateo 16:21-23)

Hasta su último momento de vida le enjuiciaban diciendo:  “Si eres hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz”.  Es la misma tentación que enfrentamos hoy:  “TEN PIEDAD DE TI MISMO; no sufras, sálvate”.

El Señor nos ha dicho claramente:  “El que quiere salvar su vida, la perderá; el que pierda su vida por mi causa, la salvará”.

·         Las QUEJAS, CRÍTICAS y CENSURAS terminan en el pecado de murmuración, que trajo tanto juicio sobre los hijos de Israel.

Venciendo a través de la intercesión

Mientras Josué luchaba contra Amalec en el valle, Moisés estaba intercediendo en la cumbre de la montaña:

“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano prevalecía Amalec.”  (Éxodo 17:11)

Sin la intercesión y el espíritu de oración, los deseos carnales vencen a los deseos santos.  Cuando las manos se cansan y nos falta el espíritu de oración, el enemigo gana ventaja; pero cuando levantamos manos santas a Dios en oración, la Iglesia prospera.  Los intercesores son tan importantes como los soldados que luchan mano a mano.

La obediencia parcial a los ojos de Dios es desobediencia

Saúl obedeció a Samuel parcialmente.  El vivía bajo la ilusión de que había obedecido; pero vemos que era a su manera.

Dijo: “Yo he cumplido la palabra de Jehová”.

Mirando desde nuestra perspectiva natural llegaremos a la conclusión de que Saúl tuvo una gran victoria. “Saúl derrotó a los amalecitas... y tomó vivo a Agag, rey de Amalec; pero a todo el pueblo mató a filo de espada.”

Interpretándolo, podemos decir que tuvo mucha victoria sobre algunos pecados y venció los vicios que le perjudicaban, PERO DEJÓ VIVO AL REY y perdonó lo mejor del ganado.

Saúl dejó vivo al rey Agag como trofeo de su victoria.  Perdonó lo mejor del ganado con la excusa de sacrificarlo a Dios.

Pero Samuel le respondió diciendo:

“¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?  Ciertamente el OBEDECER es mejor que los sacrificios, y el PRESTAR ATENCIÓN que la grosura de los carneros.

Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.  Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”  (1ª Samuel 15:22-23)

El rey Agag es el “YO”, que aunque llega a creer en el Señor y someterse a cuantas reglas le presente el cristianismo, sigue vivo. Jesús dijo que el que no renunciare incluso a su propia vida no puede ser mi discípulo.

¿De dónde surgen los PEQUEÑOS REINOS que se levantan en las iglesias, sino de dejar vivo al “rey Agag”?  Los nuevos convertidos son tan consentidos como los niños en casa, y no podemos esperar que actúen distinto a niños malcriados en la Iglesia.  Los pequeños reinos tarde o temprano se confrontarán, y la lucha por el poder terminará en divisiones.

Buscamos muchas excusas para mantener el control y seguir haciendo las cosas que nos gustan; pero esta obediencia parcial a los OJOS de DIOS es desobediencia.

Su fallo era la OBEDIENCIA PARCIAL a SU MANERA, y ser influenciado por la opinión de la gente.

Cuando el Señor le ungió como rey le dijo:

“...; ahora pues está atento a las palabras de Jehová.”  (1ª Samuel 15:1)

Con la unción y la autoridad viene la RESPONSABILIDAD de la obediencia.  El que recibe más, es más responsable.  Al que se le confiere más, más se le pedirá a cambio.  El ungido de Dios es responsable a QUIEN le ungió, no al pueblo.

Viendo la seriedad del asunto

Aunque según nuestro concepto moderno tendríamos piedad de él y no vemos la SERIEDAD del asunto, Samuel le acusó de ser REBELDE y OBSTINADO.  Quiero decir con esto, que en lo que no era aparente en el mero hecho de dejar vivos algunos de los animales y no matar al rey, Dios podía ver las motivaciones de su corazón.

“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus.”  (Proverbios 16:2)

Dios dijo a Samuel:

“Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras.”  (1ª Samuel 15:11)

Desde aquel momento podemos ver el declive de este hombre ungido de Dios, hasta que acabó atormentado por un espíritu de envidia.

Desde que Saúl escuchó a las mujeres que danzaban y cantaban, diciendo:  “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”.  Le entró tal envidia que no la pudo soportar.  Le tenía miedo porque se sentía amenazado.  No pudo soportar que alguien tuviera más éxito en su ministerio que él.

Recordemos esta lección sacada de los archivos antiguos de la historia, y no caigamos en el mismo error.

Los pecados que toleramos en nosotros, vamos a tolerar en otros

Samuel pudo ser recto y severo en su trato con Saúl, porque desde su infancia él había sido obediente y sumiso a sus autoridades. Ninguna de sus palabras cayó en tierra, porque Dios siempre le respaldaba.

Si no vivimos en OBEDIENCIA y SANTIDAD PERSONAL, será muy difícil ser tajante con los pecados de los demás. Los pecados que toleramos en nosotros, vamos a tolerar en otros.  El nivel espiritual del líder terminará siendo la temperatura de su Iglesia.

Como Saúl no quiso matar a Agag, el rey pensó que Samuel haría lo mismo.  En ese momento tenía una actitud muy humilde:

“Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. Y Samuel dijo:  Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres.  Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.”  (1ª Samuel 15:32-33)

Los enemigos que dejamos cohabitar con nosotros terminan siendo nuestra ruina

Dios, aunque es paciente y misericordioso, NO TOLERA EL PECADO que nos ocasionará la muerte.  Tomará las medidas necesarias para santificar a su pueblo.

Al dejar vivos a los pueblos que había en la tierra de Canaan, hubo ALIANZAS y casamientos. Poco a poco la devoción a Dios se iba enfriando, y los ídolos paganos conquistaron sus corazones.  La historia nos enseña que los enemigos que dejamos cohabitar con nosotros, terminarán siendo lazos y aguijones en nuestros ojos.

“Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que LOS QUE DEJAREIS DE ELLOS serán como aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán en la tierra en que vosotros habitareis.”  (Números 33:55)

No tengamos piedad de las cosas que parecen pequeñas, puesto que nos podrán causar en el futuro la ruina y la perdición.

Si nuestras voluntades no están rendidas a Cristo y no hemos presentado el cuerpo en sacrificio vivo a Dios, nuestros sacrificios no compensarán, ni ganaremos méritos.

Dios no se complace tanto en sacrificios como en la obediencia.

Sólo los sumisos a Dios podrán resistir al diablo

Amalec (“la carne”) siempre será un impedimento para la conquista de la tierra prometida.

Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus deseos. Sólo los sumisos a Dios podrán resistir al diablo.

“Haced MORIR, pues, lo TERRENAL en vosotros:  fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,” (Colosenses 3:5-6)

La victoria que tengamos en la oración, se realizará en la guerra en el valle con las luchas diarias que libramos en la vida cotidiana.

Seamos como Caleb, que tomó posesión de la tierra prometida.

“Pero a mi siervo Caleb, por cuanto HUBO EN ÉL OTRO ESPÍRITU, y decidió ir en pos de Mí, Yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.”  (Números 14:24)

En el servicio de nuestro Señor Jesucristo,

Daniel

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