Una palabra personal para ti

Avancemos hacia la madurez espiritual

11 de octubre, 2012

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuales son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.

Pero el alimento sólido es para los que HAN ALCANZADO MADUREZ, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:12, 14)

Por un lado la madurez es para que no seamos engañados por falsas doctrinas, maestros y profetas, y por el otro lado es para poder crecer y madurar en la vida espiritual; tener un carácter probado y llegar a ser más como Jesús.

En el texto vemos que los que son MADUROS tienen sus sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.

El escritor de Hebreos les estaba diciendo que tenia que darles leche y no vianda sólida, pues aún no la podían soportar. Le regañó a la iglesia diciendo que ya era tiempo de que fueran maestros y todavía eran alumnos, siempre aprendiendo y nunca llegando a PONER en PRÁCTICA lo aprendido. Porque, después de tanto tiempo de haber sido creyentes, deberían ser ya maestros de la palabra, sin embargo aún requerían que alguien les diera de nuevo el biberón de leche pues eran INEXPERTOS en ella. Habían tenido tantas oportunidades durante muchos años que, para entonces, deberían haber avanzado a la madurez.

El escritor de los Hebreos explica también que la única manera de avanzar hacia la madurez es mediante la práctica y por el entrenamiento constante. Nuestros sentidos espirituales se desarrollan a través del uso. Esto no sucede automáticamente, sino que requiere disciplina. Cuando estos sentidos no son usados, volvemos a nuestra infancia espiritual y necesitamos oír nuevamente los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo.

Dios ha puesto ministros verdaderos en su cuerpo: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros con un fin:

“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.” (Efesios 4:14)

Si no estamos creciendo y madurando, esta será la consecuencia: seremos niños, “fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.”

Quiero hacerte una pregunta: ¿Estás avanzando hacia la madurez? Dios quiere que crezcamos y maduremos.

CRISTIANOS CARNALES - SEÑAL DE INMADUREZ ESPIRITUAL

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.

Os di a beber leche, y no vianda; porque aun no erais capaces, ni sois capaces todavía,

Porque aun sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1ª Corintios 3:1-4)

Pablo llama a la iglesia de Corinto, “carnales” como “niños en Cristo”, inmaduros, pues había entre ellos divisiones y celos. La palabra “carnal” aquí es “Sarkinoi” en el griego, y viene de la palabra “Sarx”. Pablo se esta refiriendo a la naturaleza humana pecaminosa apartada de Dios.

Pablo no quiso decir que no eran cristianos, sino que su COMPORTAMIENTO era parecido a los del mundo, al HOMBRE NO REGENERADO, y que eran motivados por instintos naturales. Permitieron que la vieja naturaleza, el viejo hombre, predominara en ellos y actuaban como niños, no como cristianos maduros llenos del Espíritu Santo.

La carnalidad no se debe meramente al poco tiempo que se lleve convertido, sino a no dejar que la Palabra nos limpie, discipline, instruya y nos transforme. Se puede clasificar la carnalidad en dos áreas: Uno, por ser novato, inmaduro, y recién convertido. El otro, por no haber obedecido al Espíritu Santo y no haber puesto la vieja naturaleza bajo sumisión. Tanto, los DESEOS CARNALES del cuerpo, como las REACCIONES y actitudes de la vieja naturaleza, se tienen que poner bajo el control del Espíritu Santo. Si no crucifico la carne, voy a contristar al Espíritu Santo y no voy a crecer a la madurez espiritual que Dios tiene planeada para mí.

1. SEÑAL DE MADUREZ ESPIRITUAL – CAPACIDAD DE ENSEÑAR A OTROS, HACER DISCÍPULOS Y GANAR ALMAS

“Por tanto, id, y HACED DISCÍPULOS a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

ENSEÑÁNDOLES que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20)

Con el crecimiento y madurez espiritual, debe venir la capacidad de enseñar a otros, por lo menos las verdades básicas del Evangelio. Por lo tanto, cada cristiano que desde hace unos meses conoce el Evangelio debe poder instruir a otros y ser efectivo en el evangelismo personal. En mi caso personal, cuando apenas había pasado un mes desde que fui bautizado con el Espíritu Santo, ya estaba predicando a los inconversos y trayendo almas al Señor.

El crecimiento espiritual debe ser un proceso en el que caminamos hacia la perfección o la madurez, no teniendo que escuchar el Evangelio domingo tras domingo sin la capacidad de traer ni un alma a Cristo. En el sistema religioso que tenemos de “buffet libre”, los nuevos creyentes generalmente no son discipulados, y algunos como niños malcriados crecen haciendo lo que se les antoja, con berrinches celos y divisiones, hasta el final de sus vidas.

Por este motivo insisto tanto en las cuatro estaciones de la iglesia; siendo indispensable la segunda, que es la del discipulado. Se hacen discípulos bajo condiciones controladas en las que se enseña la obediencia, y las costumbres del viejo hombre son corregidas. Hay una gran diferencia entre niños criados en la calle sin supervisión y niños criados en una familia sana donde hay amor y parámetros bien definidos. Como tenemos la obligación moral y divina de educar a nuestros hijos naturales, así también tenemos la obligación de hacer discípulos según las enseñanzas de Jesucristo.

2. SEÑAL DE MADUREZ ESPIRITUAL – DISCIPLINA Y DOMINIO PROPIO

Otra característica de madurez espiritual es el dominio propio en la vida del creyente. Controlando sus apetitos, emociones, pasiones y palabras.

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2ª Timoteo 1:7)
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad…” (2ª Pedro 1:5-6)

La plenitud del Espíritu Santo produce en el creyente el dominio propio o la auto-disciplina. Pablo escribiendo a Timoteo dijo disciplínate a ti mismo para la piedad (1ª Timoteo 4:7-8). El propósito de la autodisciplina o el dominio propio es en primer lugar glorificar a Dios; en segundo lugar dar buen testimonio y no ofender la conciencia de otros más débiles y en tercer lugar que crezcamos fuertes espiritualmente y no ser descalificados. Pablo hablando a los Corintios habla de la disciplina cristiana y la compara con los que entrenan y compiten en deportes:

“Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.

Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire.

Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.” (1ª Corintios 9-27)

La posibilidad de ser descalificado es algo real y debemos tenerlo muy en cuenta. El dominio propio además de la obra del Espíritu Santo, es el resultado de una vida disciplinada. Significa “capacidad del carácter para controlar los impulsos, en especial los que apartan de una meta ardua o inclinan a un goce inmediato” o “poner bajo sumisión, disciplina, amansar, subyugar” y en cuanto a la lengua, frenar. (Santiago 1:26). Aun en cosas lícitas, donde nadie puede llamarnos la atención, es necesario la auto disciplina para que podamos crecer espiritualmente y ganar credibilidad en nuestro testimonio.

“Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.” (1ª Corintios 6:12)

El que no domina la carne verá difícil vencer el mundo y al diablo. El dominio propio en cuanto al apetito es honrar a Dios con el cuerpo, pues al deshonrar el cuerpo uno peca contra Dios. Cualquier área de nuestra vida donde no hay disciplina o que no esté sujeta al señorío de Cristo puede desbocarse y dominarnos. A esto llama el apóstol Pablo, “pasiones desordenadas”. La glotonería que produce obesidad mórbida, el tabaco, el exceso de alcohol, la adición al café y a los dulces, deseos sexuales desordenados, dañan el cuerpo y pueden dar lugar a ataduras.

El propósito del dominio propio es fortalecernos espiritualmente para poder vencer el pecado y la influencia negativa del mundo; poder huir de la corrupción que hay en el mundo y de las concupiscencias. San Pablo dijo: “Huid de la fornicación.” Huid de las pasiones juveniles. Para poder huir de un peligro, tenemos que estar en forma para correr. Para pelear la buena batalla de la fe tenemos que ser disciplinados (“disciplínate para la piedad). Parte de esa disciplina empieza por despojarnos de los pesos y cosas innecesarios que impiden nuestra carrera.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” (Hebreos 12:1)

El que no se disciplina en las cosas lícitas (las comidas, el gasto de dinero, el sexo, etc.) no tendrá fuerza para resistir lo que es ilícito. El que alimenta la naturaleza carnal en un área será débil en otra. El que no domina la carne en un área, da lugar a ser vencido en otra. La amistad con el mundo en cosas que no son en sí pecado, puede debilitarnos en cuanto a resistir al amor al dinero y los placeres. La ociosidad y la abundancia de cosas materiales debilitan el espíritu, combaten contra él, adormecen la conciencia y produce sordera ante la voz de Dios. El que se rinde a un pecado pequeño da lugar a uno más grande.

Toda hierba mala crece y ahoga la palabra. Un tigre, aunque parece un gatito cuando nace, tiene la capacidad de devorar al dueño cuando crece. Una serpiente camuflada tiene el poder de atacar y envenenar al que anda descuidado y descalzo. Lo que es pequeño hoy, será más grande mañana. Si te rindes hoy a alguna cosa legítima, que no edifica; la misma te hará caer mañana.

Si malgastas hoy, tomarás prestado mañana. El dinero que derrochas hoy, te faltará mañana. Descuidar tu salud en la juventud, te costará caro en la vejez. El que no se prepara en tiempo de paz, no estará preparado en tiempo de guerra. La Biblia nos amonesta a que “aprovechemos bien el tiempo”:

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”(Efesios 5:15-16)

La forma de poder aprovechar el tiempo es ser llenos del Espíritu y el Consolador nos guiará cada día hacia lo que debemos hacer; con quién tenemos que hablar y como evitar las “minas” escondidas.

3. SEÑAL DE MADUREZ – REVELACIÓN Y ENTENDIMIENTO DE LAS COSAS ESPIRITUALES

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en é? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. (1ª Corintios 2:10-12)

Pablo aquí utiliza una analogía humana para revelar algo espiritual. Al igual que hay sentimientos tan personales, experiencias que son tan íntimas que solamente los conoce la persona; en cuanto a la vida espiritual, hay cosas tan íntimas y profundas, que solamente el Espíritu Santo conoce acerca de Dios. Pero lo maravilloso es que Dios nos ha dado Su Espíritu para que podamos entender las cosas que nos pertenecen.

Pablo luego distingue dos tipos de personas: los «psuchikos» y los «pneumatikoi».

1. «Psuchikos» viene de «psuche», que en griego es traducido muchas veces como el alma pero no en su sentido real. El hombre que sólo tiene «psuche» (hombre «almado, con alma», natural) es incapaz de comprender las cosas de Dios; le son locura: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1ª Corintios 2:14).

El hombre «psuchikos» es carnal. Es aquel que vive como si no existiera nada fuera de lo natural y material. Vive para satisfacer sus deseos naturales y suplir sus necesidades físicas; este hombre no puede conocer ni recibir el Espíritu de Dios, pues no es consciente de su existencia. Intenta apagar sus inquietudes tratando de llenarse con lo natural, lo carnal; como hizo Esaú cuando vendió su primogenitura por un potaje de lentejas.

2. «Pneumatikoi» viene de «pneuma», que es la palabra griega para «espíritu». Uno que es «pneumatikos», es el hombre regenerado en quien habita y obra el Espíritu Santo. Es el hombre sensible al Espíritu, y que es guiado por el Espíritu. Habiendo recibido el Espíritu Santo puede entender las cosas de Dios cuando para el incrédulo son necedad.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1ª Corintios 2:14)

4. SEÑAL DE MADUREZ – CAPACIDAD DE GUARDAR LA UNIDAD DEL ESPÍRITU Y VIVIR EN PAZ LOS UNOS CON LOS OTROS, NO EN CONTIENDAS Y DISENSIONES

Como miembros del Cuerpo de Cristo debemos buscar la unidad que el Espíritu Santo quiere proveer y andar dignos de la soberana vocación, con amor, y humildad, guardando la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” (Efesios 4:3)

Si decimos que tenemos paz con Dios, ¿por qué será tan difícil lograr la paz entre nosotros? Nosotros no podemos crear esta unidad pero sí debemos guardarla. Pablo quiso decir en este versículo, que nuestra prioridad debe ser la de guardar la paz entre nosotros, para que la unidad del Espíritu pueda continuar gobernando. Sin la unidad del Espíritu, no hay bendición ni crecimiento; además, si contristamos al Espíritu, perdemos el gozo y la paz.

Los conflictos dañan a la unidad del Espíritu. Aquí es donde debemos practicar el guardar la unidad en el vínculo de la paz, estimulándonos al amor.

Las causas de las contiendas entre cristianos son diversas, pero básicamente las Escrituras lo resumen en una cosa: La inmadurez espiritual y emocional, lo que Pablo llama, “carnalidad”. Por mucho que insistamos en que somos llenos del Espíritu y que tenemos los dones en operación, si hay contiendas y disensiones somos carnales y andamos como personas naturales, no como hombres transformados.

Debe ser un objetivo personal para cada cristiano el procurar cada día no ofender ni el permitirse ser ofendido. La forma de lograr esto es tener la mente y el Espíritu de Cristo, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. (Efesios 4:2)

¿Cómo se puede destruir la obra de Dios? Pablo lo dice en Romanos 14:20: No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Desgraciadamente, los que no aprecian la dádiva de la presencia de Dios, pueden destruir la obra de Dios por cosas insignificantes. Pablo quiso que vieran lo ridículo que era destruir la obra de Dios por discusiones necias y de poca importancia acerca de comidas y bebidas.

¿Cómo podemos llegar a esta meta de la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto? No hay solución fácil, ni sencilla, pues mientras Dios en su misericordia tenga que utilizar a personas defectuosas e inmaduras tendremos esta situación. La solución está en cómo nos consideramos a nosotros mismos en comparación con otros. Si con humildad estimamos cada uno a los demás como superiores a nosotros mismos, hemos dado un golpe mortal al ego y a la vanagloria. No buscando cada uno lo suyo, sino deseando que su hermano sea honrado. Aceptemos que si ponemos tropiezo delante del hermano ofendemos al Señor y contristamos al Espíritu.

Entonces ¿Cómo conseguir la paz y cómo vivir sin tensiones? Si conocemos las causas y las señalamos como faltas, solamente hemos hecho un diagnostico, pero aún nos falta la solución. Si pudiéramos darnos cuenta de los daños que las discusiones causan, tomaríamos en serio el propósito de buscar y seguir la paz. El camino de la paz, es un camino de disciplina diaria donde debemos despojarnos de todos los hábitos del viejo hombre y vestirnos del nuevo, creado a la imagen de Cristo. Se trata de marcarnos un propósito fijo de frenar la lengua, o de otro modo nuestra religión es vana y falsas nuestras pretensiones de santidad.

La guerra espiritual se vence cuando hay una unidad real entre nosotros. Cualquier fisura da lugar a los ataques del enemigo. Cristo oró que seamos uno como Él y el Padre son uno, y esa debe ser nuestra meta. Cuando leemos la Biblia debemos examinarnos y ver que área de nuestra vida no está acorde con lo que el Señor nos dice en su Palabra y tener la humildad de cambiar. La Biblia dice que no dejemos que el sol se ponga sobre nuestro enojo, ni demos lugar al diablo. Esto debe motivarnos a obedecer la voz de Dios y poner en práctica sus mandamientos. El amor cubre una multitud de pecados, el orgullo y la soberbia los descubren. Tengamos la mente de Cristo en casa también.

Vivir en amor y armonía es un reto muy grande. Es la prueba de nuestro cristianismo y nuestra madurez espiritual. Sólo personas espiritualmente maduras pueden pasar por alto las faltas de otros.

5. SEÑAL DE MADUREZ – CRECIMIENTO EN LA GRACIA DE DIOS Y EL CONOCIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A LA ESTATURA DE CRISTO

“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2ª Pedro 3:18)

Si crecemos en la gracia de Dios, también creceremos en el conocimiento de Jesucristo. No puede existir lo uno sin lo otro.

David Wilkerson en una de sus cartas lo presenta así:

“Una pregunta ha estado en mi mente en las últimas semanas. Creo que es una pregunta que todo creyente sincero debe hacerse continuamente: ¿Estoy creciendo en la gracia?

Para mí, la gracia es el poder del Espíritu Santo que nos hace ser más como Jesús. Por lo tanto, crecer en la gracia significa aumentar en la semejanza de Cristo a través del poder inmerecido del Espíritu de Dios.

Después de todo tu estudio, oración y aprendizaje, ¿estas volviéndote más como Jesús? ¿Eres más compasivo, manso, perdonador de lo que fuiste hace un año? O, ¿tu crecimiento se ha estancado? ¿Te has conformado a un nivel de crecimiento?

Aquí tienes una manera para saber si estás creciendo en la gracia: Dios ha sido misericordioso contigo--Así que, ¿eres misericordioso con los demás? Si no estás seguro, hazte esta pregunta: ¿Cómo respondes a las heridas que otros te hacen? ¿Eres amable y gentil? O, ¿te enojas y te amargas? ¿Eres paciente y comprensivo o irritable y argumentativo?

Quiero dirigirme especialmente a los lectores que están involucrados en el ministerio -- pastores, ancianos, laicos; todos los que han sido escogidos por Dios para llevar una vida ejemplar delante de otros. Creo que la pregunta del momento para todos nosotros es esta: ¿En qué dirección estoy yendo? ¿Estoy creciendo en la gracia en mi llamado? - O, ¿me estoy volviendo menos considerado?

Da una mirada honesta a tu vida desde el año pasado. Piensa en todas las pruebas que has atravesado -- en tu hogar, en los esfuerzos de tu ministerio, en tu trabajo. Muchos de mis amigos en puestos de liderazgo cristiano me dicen que el año pasado enfrentaron las pruebas mas intensas de sus vidas.

¿Puedes decir honestamente que has reaccionado ante todos tus problemas con fe, gracia, amor y misericordia? ¿Has aprendido a través de todos los problemas a ser más bondadoso, paciente, gentil y apacible? O ¿tienes que admitir, como yo, que has reaccionado con momentos de ira, palabras duras y de autocompasión -- reacciones que han causado una tensión intensa y noches de insomnio?

Todos deberíamos preguntarnos: ¿He reaccionado a mis críticos y enemigos con compasión, amor, misericordia y perdón? O, ¿he reaccionado con cólera, indignación y autojustificación? ¿Tuve que demostrar que llevaba la razón y que ellos estaban equivocados? ¿Cuantas heridas he causado en otros mientras trataba de demostrarles cuan herido, mal entendido, y tergiversado estaba?

¿Era más importante para mí mantener mi necesidad de llevar la razón que humillarme y dar la otra mejilla? ¿Reaccioné hiriendo y resentido, cuando debí ser sanador y reconciliador? Nuestro crecimiento se estanca cuando reaccionamos infantilmente a las heridas que otros nos hacen.

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena, para la necesaria edificación. A fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios. (Efesios 4:29-30).

Pablo nos está diciendo tres cosas importantes sobre las palabras que nosotros hablamos: 1. Tenemos que usar nuestras palabras para edificar al pueblo de Dios. 2. Tenemos que usar nuestras palabras para ministrar la gracia a otros. 3. Es posible contristar al Espíritu Santo con nuestras palabras.

Como ministro del Evangelio, he querido desesperadamente mantenerme en el favor y bendición de Dios. Y, una vez en mi ministerio, le rogué al Señor que me mostrara cómo le podía bendecir y agradar mejor. El Espíritu Santo puso dos cosas en mi corazón:

  1. No hagas provisión para los deseos de la carne.
  2. En todo tiempo, que tu conversación sea digna de Cristo.

He visto a cristianos comunes volverse poderosos en Dios, simplemente pidiéndole al Espíritu de Dios que limpie su conversación diaria. Una vez esta gente amaba alimentarse de chismes, pero ahora les duele simplemente escucharlos. Ya no lo escucharás regañando, criticando o desgarrando a otros. Ahora lo único que les escuchas hablar son palabras edificantes. Hablan el lenguaje de una amorosa amabilidad del bien, edificantes, cosas de la gracia. Para mí, estas personas se han convertido en gigantes espirituales también.

Así que, examina tu vida cuidadosamente. Y recuerda estas definiciones: la gracia es el poder del Espíritu Santo para hacernos más como Jesús. Y creciendo en la gracia es crecer en el parecido de Cristo a través del poder de Espíritu. Finalmente mantente haciéndote esta pregunta: ¿Me estoy pareciendo mas a Jesús, confiando en el poder del Espíritu Santo?”

David Wilkerson ¿Estas creciendo en la gracia? 14 de Agosto, 2000. http://www.worldchallenge.org/es/node/3493

Ten por cierto que Dios te está llevando a la madurez. Nuestra meta es llegar a la estatura de Cristo.

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:13)

Todo cambio comienza con la renovación de la mente. Si presentamos nuestros cuerpos a Dios en sacrificio vivo, y no nos conformamos al mundo, podemos ir siendo renovados por la Palabra de Dios e ir desechando los malos hábitos y buenas excusas que nos tienen atados.

No habrá cambio, ni progreso hasta que tengamos un deseo fuerte de ser transformados y probar cual es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Amen.

Un abrazo paternal,
Daniel