Una palapra personal para ti
La promesa de poder

18 de mayo, 2012

“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.” (1 Corintios 2:4)

Jesús prometió a sus discípulos y seguidores que iban a recibir poder (dunamis) después del descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Cristo les mandó: “que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí”. No fueron enviados a predicar, enseñar u organizar denominaciones, sino a ESPERAR el derramamiento del Espíritu Santo y poder. Cada miembro del cuerpo de Cristo debe esperar y ANHELAR esta INVESTIDURA de PODER de lo alto. En el bautismo del Espíritu Santo, hay una investidura de poder, y el que lo recibe queda preparado para el servicio de Dios.

“Pero RECIBIRÉIS PODER, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)

DEMOSTRACIÓN Y PODER

En el texto anteriormente citado, San Pablo declara que su predicación no era con palabras persuasivas de sabiduría humana, sino con DEMOSTRACIÓN del Espíritu Santo y PODER.

Aunque era un hombre erudito e intelectual, no quiso que sus oyentes quedasen impresionados por su inteligencia o su don de palabra, sino que su fe se basase en el poder de Dios.

Pablo habla aquí de dos tipos de fe y de dos formas de predicar. Una con palabras persuasivas y sabiduría humana y otra con demostración del Espíritu Santo y poder. Según el énfasis del predicador, así será la fe de la congregación. Cuando la predicación es con demostración del Espíritu y poder, la fe del pueblo estará fundada en el Señor, quien confirma Su palabra con señales y prodigios con el repartimiento de los dones del Espíritu Santo. La debilidad en él que predica, se verá reflejada en sus oyentes. La apatía, la indiferencia y la falta de reverencia en la casa de Dios, es resultado en gran parte, por la falta de la manifestación del Espíritu.

Escucho mucho a personas que dicen que no hace falta la unción, que simplemente con declarar la Palabra ya habrá resultados. Un predicador de renombre ha dicho que siente orgullo por no tener intercesores, pues no hace falta orar ni interceder sino solamente declarar la Palabra. Otro predicador me dijo: “no necesito la unción, sino solamente declarar la Palabra”. Lo triste es que la Palabra sin el poder del Espíritu Santo es infértil. Como un huevo sin la fertilización del gallo no trae vida, la Palabra sin el Espíritu está adormecida.

Aun una semilla de grano, si no recibe humedad y calor no brota. La Biblia, no produce resultados hasta que se proclama en la boca de alguien lleno del Espíritu Santo y fe. En la parábola del sembrador la semilla fue sembrada por alguien, no se quedó en un saco.

EL PRECIO DE LA UNCIÓN - VENCIENDO EN EL DESIERTO

La razón por la que este mensaje anémica se escucha hoy en día, es que no se quiere pagar el precio. La unción cuesta. No se recibe simplemente por conocer unas doctrinas. Jesús aunque nacido por el Espíritu y ungido por el Espíritu en su bautismo, volvió del desierto en el poder del Espíritu Santo después de su lucha cuerpo a cuerpo con Satanás. Allí VENCIÓ las TENTACIONES comunes a todos los seres humanos: “la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la vanagloria de la vida.” Jesús volvió del desierto en el poder del Espíritu y se divulgó su fama por todas partes.

Estos predicadores citan los textos en que Jesús solamente declaraba que un enfermo fuese sano, sin imponerle las manos o tener una unción. Por ejemplo, cuando Jesús le dijo al centurión: “tu siervo está sano”, o a los diez leprosos: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”, etc. lo que ignoran es que las palabras de Cristo eran con poder. San Pedro declaró en la casa de Cornelio:

“Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.”   (Hechos 10:38)

Su intimidad con el Padre y las noches de vigilia produjeron el poder de Dios. La iglesia primitiva después de oración y ayuno colectivo recibió una unción poderosa del Espíritu capacitándoles para ser testigos eficaces y sin temor.

“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.”  (Hechos 4:33)

Esteban, uno de los siete diáconos, era un hombre lleno de fe y poder y su mensaje era con demostración del Espíritu Santo.

“Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.”             (Hechos 6:8)

¿En qué consiste un evangelio completo? San Pablo describe su ministerio con estas palabras:

“Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra,

Con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo.”       (Romanos 15:18-19)

Los gentiles fueron convencidos y convertidos porque la predicación de Pablo era con hechos palpables.

DIOS CONFIRMA LO QUE ÉL INSPIRA

En resumen, el evangelio Bíblico es el poder de Dios para salvación al que cree. La verdad que predicamos debe ser hecha eficaz por el poder del Espíritu Santo. Está escrito que los discípulos: “saliendo, predicaron en todas partes, OBRANDO con ellos el Señor, y CONFIRMANDO la PALABRA con las señales que les seguían.” (Marcos 16:20)

Dios confirma lo que el Espíritu Santo inspira. Dios quiere continuar confirmando su palabra no con chistes, ni con sabiduría humana, sino TRANSFORMANDO VIDAS, rompiendo cadenas y adicciones y haciendo santos de pecadores y pervertidos. El evangelio puro sigue siendo el poder de Dios para la salvación y la salud a todo aquel que cree.

Se asombraron de Jesús, pues dijeron que su palabra era con poder. (Lucas 4:32) No debemos diluir el poder de la Palabra con argumentos y razonamientos humanos. Dios confirma lo que inspira y así vemos los resultados espirituales que acompañan la predicación. La meta no es simplemente tener multitudes y llenar los templos, sino evitar que se llene el infierno. El Señor ha prometido: “recibiréis PODER, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8.)

No esperes poder hacer algo efectivo y permanente antes de ser lleno del Espíritu Santo. Los discípulos recibieron la investidura de poder y DESPUÉS cambiaron su mundo. Poco se puede hacer antes. Por fe recibimos la promesa del Espíritu. Busca ser lleno del Espíritu Santo y de su Palabra y procura los mejores dones para la edificación de la Iglesia. No te conformes con una vida o ministerio mediocre – pues Dios tiene algo mejor para ti.

El que busca halla y el que pide recibe. No podemos perder más tiempo, el mundo está esperando la manifestación de Dios en los que nos llamamos sus hijos. La promesa es para ti. No pares hasta conseguirla.

Un abrazo paternal,

Daniel

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