Orando con toda oración y
súplica
20
de enero,
2011
“Orando en todo tiempo con TODA ORACIÓN y
SÚPLICA en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios
6:18)
Martín Lutero
dijo: “el cristiano que
intenta vivir sin oración, es como aquel que intenta
vivir sin respirar”. La Biblia habla
de muchas formas de orar, no con vanas repeticiones, ni
dudando, sino con fe y esperanza.
Tenemos solamente
dos opciones en la vida cristiana: orar o desmayar.
En la parábola de
la viuda y el juez injusto que no tenía temor de Dios,
Jesús nos dijo claramente las dos alternativas: u ORAMOS SIEMPRE
sin desmayar o nos DESANIMAMOS. Si seguimos
orando, esto indica que aún no nos hemos desanimado.
Y si hemos
dejado de orar, esto indica que nos hemos desanimado, o
que hemos desmayado. La pregunta no
es: ¿Hasta
cuando tengo que seguir orando? La respuesta es
SIEMPRE. Debemos orar
siempre y no desmayar jamás.
En el texto
escrito al principio de esta carta, cuando San Pablo
escribe “en
todo tiempo”, en el griego es “en panti kairo”
que traducido significa “en cada situación u
ocasión”. En otra
traducción dice:
“Oren
en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos.
Manténganse
alerta y perseveren en oración por todos los santos.”
(Efesios
6:18)
Estas
palabras concuerdan con las de Cristo a sus discípulos
en el huerto de Getsemaní: “VELAD y ORAD, para
que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil”
(Mateo 26:41).
San Pablo,
refiriéndose a sus tribulaciones y sufrimientos,
mencionó que había padecido “desvelos”.
A veces por
no tener donde dormir, pero también se entiende que
estaba velando de noche, esperando en el Señor. La noche es el
tiempo cuando cesan los trabajos y las distracciones, y
hay calma y silencio.
PEDID
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.” (Mateo
7:7)
Jesús nos enseña
aquí que hay tres grados de intensidad en la oración:
Pedir,
buscar y llamar. El primer grado
de oración son las peticiones.
“Por nada estéis afanosos, sino SEAN
CONOCIDAS VUESTRAS PETICIONES delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses
4:6)
Jesús nos da una
promesa en el evangelio de Juan, que aunque sea difícil
de apropiarnos de ella, debemos tenerla como un faro en
las noches oscuras de tormenta.
“y
TODO lo que PIDIEREIS al PADRE en mi nombre, LO HARÉ,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis
en mi nombre, yo lo haré.” (Juan
14:13-14)
BUSCAD
“…Buscad, y
hallaréis...”
El segundo escalón
de intensidad, es buscar. Buscad a Dios
mientras pueda ser hallado. Buscadlo como el
que busca perlas preciosas y que está dispuesto a
venderlo todo por conseguir la perla de gran
precio.
“Mas
si desde allí BUSCARES a JEHOVÁ tu Dios, LO HALLARÁS, si
lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.” (Deuteronomio
4:29)
LLAMAD
“…Llamad, y se os
abrirá.”
En tercer lugar,
está el escalón aún más alto y es llamar y SEGUIR
LLAMANDO con persistencia. Hay respuestas
que no se obtienen pidiendo o buscando, sino solamente
golpeando y llamando. Si sabemos que
hay alguien en casa y que estamos en apuros, vamos a
seguir golpeando hasta que nos abran la puerta y nos
atiendan. Es la oración de
IMPORTUNIDAD, por nuestra GRAN NECESIDAD clamamos a Dios
en nuestra angustia y desesperación. “¡Señor,
sálvame!” No hay tiempo
para oraciones refinadas y esculpidas, sino sólo el
clamor del alma en angustia.
Este último grado
de intensidad, es un clamor y oración DESESPERADA en la
que nos damos cuenta que sin una INTERVENCIÓN DIVINA no
hay salida, ni solución. Donde ninguno de
nuestros talentos, esfuerzos o recursos nos
servirán.
Hay situaciones
extremas que Dios permite para presionar a sus siervos a
que indaguen en las profundidades del Espíritu con una
pasión sin precedente. Si es temporada
de inundación o temporada de sequía, hay un río
subterráneo disponible para el creyente,
proporcionándole una fuente constante de la vida divina
y del poder del Espíritu. Este río
subterráneo es la fuente de vida en Dios que va más
profundo que las estaciones de la vida.
INTERCESIÓN
Luego está la
oración de INTERCESIÓN en el Espíritu. Es cuando nos
ponemos en la brecha por la vida de alguien, por la
Iglesia o hasta por naciones. Cuando Pedro
estaba en la cárcel, en cadenas, esperando ser
ejecutado, la Iglesia hizo oración sin cesar a Dios por
él, y fue librado. Esa palabra “sin cesar”,
traducida realmente no se refiere a tiempo, sino a la
INTENSIDAD de oración. Es una palabra en
el griego que describe a un corredor en los juegos
olímpicos, que se esfuerza por llegar a la meta. La oración de
intercesión, es siempre en el Espíritu, pues la Biblia
dice claramente:
“Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el ESPÍRITU mismo INTERCEDE POR NOSOTROS con
gemidos indecibles. Mas el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.” (Romanos
8:26-27)
Leemos ejemplos de
intercesión en la Biblia que pueden arrojar luz sobre
esta clase de oración.
La reina Ester
intercedió por su pueblo delante del rey. Abram intercedió
por Lot, para que no se destruyese con las ciudades de
Sodoma y Gomorra. Daniel el
profeta, intercedió por su pueblo cuando supo por
profecía que había llegado el tiempo para que terminase
el cautiverio en Babilonia.
San Pablo se
refiere a esta clase de oración que es tan intensa que
ni siquiera hay palabras para expresarla, y es cuando el
Espíritu Santo ora a través del creyente con “gemidos
indecibles”. A veces es
simplemente un clamor y un lloro del alma. De Jesús se
escribió:
“Y
Cristo, en los días de su carne, ofreciendo RUEGOS Y
SÚPLICAS con GRAN CLAMOR y lágrimas al que le podía
librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente.” (Hebreos
5:7)
El ministerio
actual de Jesús, el ministerio de más importancia para
nosotros, es su ministerio de intercesión.
“Mas
éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar
perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para INTERCEDER por ellos.” (Hebreos 7:24-25)
Este ministerio de
Cristo fue profetizado ocho siglos antes cuando Ezequiel
vio el corazón de Dios quebrantado, pues no había nadie
que intercediera y que se pusiese en la brecha para
evitar el juicio de Dios.
“Y
BUSQUÉ ENTRE ELLOS HOMBRE que hiciese vallado y que se
PUSIESE EN LA BRECHA delante de mí, a favor de la
tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.”
(Ezequiel
22:30)
DECLARACIÓN DE
VICTORIA
La oración puede
tomar la forma de una declaración de VICTORIA,
declarando la victoria que Cristo ganó en la cruz y la
victoria que es nuestra por medio de su sacrificio
vicario y su resurrección. Declarando a los
principados y potestades que Cristo venció y triunfó
sobre ellos en la cruz.
Proclamando con
nuestra propia boca la revelación que Dios le dio a
Pablo que penetra como una espada y deshace el poder de
las tinieblas y de las mentiras de Satanás.
“Anulando el acta de los decretos que había
contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio y clavándola en la cruz, y despojando a los
principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, TRIUNFANDO sobre ellos en la cruz.” (Colosenses
2:14-15)
Satanás tiene una
estrategia para derrumbar, destruir y desolar a cada
creyente, pero Dios nos ha dado armas poderosas para
DESTRUIR sus ARGUMENTOS y su soberbia y llevar cautivo
todo pensamiento para que se someta a Cristo.
“Porque las ARMAS de nuestra milicia no son
carnales, sino PODEROSAS en Dios para la destrucción de
fortalezas, DERRIBANDO ARGUMENTOS y toda altivez que se
levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
(2ª
Corintios 10:4-5)
Cuando Pablo habla
de la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, se
está refiriendo a un puñal romano, de aproximadamente
30
centímetros de largo, tan afilado
que puede destruir al enemigo. En tiempos de
Pablo, el puñal se usaba solamente en la lucha cuerpo a
cuerpo. Cuando el ataque
contra nosotros es tan feroz y parece que podemos oler
hasta el aliento del maligno, es cuando se debe utilizar
esta arma, una palabra “rhema” personal, para defender
nuestra fe y resistir al diablo.
LIMOSNAS Y OBRAS DE
CARIDAD
Aunque no se habla
mucho de las obras de caridad, la Biblia dice que lo que
hacemos para el necesitado y menos afortunado, lo
hacemos a Él.
“De cierto
os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis” (Mateo 25:40).
Es una forma de
bendecir a Dios, cuando bendecimos a alguien en
necesidad. David oró: “Bendice alma mía a
Jehová, y no olvides ninguno de sus
beneficios” (Salmo 103:2).
Bendecimos a Dios
cuando bendecimos a su pueblo, a los niños abandonados,
a las viudas, a los esclavos, a los huérfanos y a los
necesitados.
En Hechos 10:4
tenemos las palabras del ángel que visitó a Cornelio, el
centurión romano, “Tus oraciones y tus
limosnas han subido para memoria delante de
Dios” (Hechos 10:4).
Claramente
Dios había escuchado sus oraciones y había visto sus
limosnas y habían sido de agrado a Él. El dar limosna no
nos salva, pero Dios además de escuchar la plegaria de
Cornelio y responderle enviándole a Pedro a que le
predicara el Evangelio, ACEPTÓ CON AGRADO sus limosnas.
LA ORACIÓN DE ENTREGA
La oración de
entrega incluye la presentación del cuerpo, todos
nuestros miembros a Dios en sacrificio vivo.
Presentar nuestros
ojos a Dios para que veamos lo que Él desea…ver con ojos
puros sin contaminación ni prejuicio, ver la necesidad,
ver solamente lo que le agrada a Dios y edifica, ver
desde su punto de vista, ver desde sus promesas, ver que
más son los que están con nosotros.
Presentar nuestros
oídos, para oír lo que Él desea que oigamos. Poder oír la voz
de Dios con los oídos internos del corazón, y oír a los
demás cuando expresan su necesidad. Evitar
distracciones y cosas que debilitan nuestra fe y no
concuerdan con nuestro PROPÓSITO PRINCIPAL de la vida.
Presentar nuestras
manos para servir, trabajar y también para sanar y
consolar. Presentando
nuestras manos en sacrificio vivo, podemos esperar que
los dones del Espíritu fluyan a través de ellas
expulsando a espíritus de enfermedad y toda opresión del
diablo.
Presentamos
nuestra lengua, el miembro que no puede ser domado.
Lo
entregamos para que edifique el reino de Dios y derrumbe
los poderes de las tinieblas para que cómo espada corte
las tinieblas y traiga convicción de pecado. Para que sea
bálsamo que suavice las llagas y dolencias del cuerpo de
Cristo.
Presentamos como
acto de nuestra voluntad nuestros pies, para que anden
en amor y en obediencia, calzados con el apresto del
evangelio.
Presentamos
nuestra mente, nuestra manera de pensar, sometiendo todo
pensamiento al señorío de Cristo, nuestra opinión y
nuestros planes a su perfecta voluntad.
La oración de
consagración debe ser permanente, como el acto de
circuncisión. Una vez que
hayamos hecho esta entrega, no debemos volver a tomar lo
que hemos puesto sobre el altar de Dios. Dios utiliza lo
que le presentamos y tenemos la confianza de que Él
guardará nuestro depósito para el día de
redención.
Cuando hemos hecho
todo lo que está en nuestras manos, hay una oración que
desata el poder del Omnipotente y es la ORACIÓN DE
ENTREGA.
“En
tus manos entrego todo. Ya no me queda
fuerza para luchar, ni lágrimas que llorar. Me rindo Señor.
Entrego mi
familia, mi situación, mi cuerpo, mis deseos, mi salud,
mi futuro en tus manos. Busco tu voluntad
y no la mía, tu gloria y no mi gloria. Descanso en tu
bondad. Por
la fe entro en tu reposo.”
A veces Dios quita
el aguijón, otras veces nos da la gracia para poder
soportar y mostrarnos que su fuerza se perfecciona en
nuestra debilidad. La última oración
de Cristo en la tierra fue esta entrega: “Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu”
(Lucas 23:46).
ALABANZA Y GRATITUD
Por último, la
oración debe tomar forma de alabanza y gratitud.
“Hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, CANTANDO y ALABANDO al
Señor en vuestros corazones; DANDO SIEMPRE GRACIAS por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo.” (Efesios
5:19-20)
En 2ª Crónicas
20:21 vemos que Josafat envió el coro delante del
ejército para magnificar y bendecir a Dios y ÉL Señor de
los ejércitos, HIZO HUIR al ENEMIGO en
confusión.
“(Josafat) … puso a algunos que cantasen y
alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos
sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen:
GLORIFICAD a JEHOVÁ, porque su misericordia es para
siempre.”
El Salmista
dijo: “Alabadle, bendecid
su nombre. Porque Jehová es
bueno; para siempre es su
misericordia.”
San Pablo
escribió, “levantando manos
santas” a Dios. Cuando menos lo
sentimos, cuando flaquean las manos y las rodillas se
doblan bajo el peso de la carga, es cuando más debemos
ofrecer a Dios el SACRIFICIO DE ALABANZA, el fruto de
nuestros labios. A pesar de lo que
estemos pasando o de cómo nos sintamos, Él es digno de
honra, gloria y poder. Cada lengua debe
confesar que Cristo es el Señor.
No vamos a
desmayar, vamos a orar, con TODO TIPO de ORACIÓN y ruego
en el Espíritu, dando gracias siempre al Cordero, que es
digno de recibir toda la honra, gloria y
alabanza.
Amen.
Un abrazo
paternal,
Daniel |