Una palapra personal para ti
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento

8 de septiembre, 2009

Queridos hermanos,

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me INFUNDIRÁN ALIENTO.”  (Salmo 23:4)

Cristo sopló sobre los discípulos y recibieron Su espíritu y nacieron de nuevo.  Pedro lo explicó así:

“Habiendo nacido de nuevo por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”  (1ª Pedro 1:3)

La resurrección de Cristo les infundió aliento, volvieron a creer de nuevo, volvieron a tener esperanza.  Como el valle lleno de huesos secos, multitudes de creyentes necesitan el soplo de Cristo. No es solamente algo histórico, que pasó una vez en Palestina, sino el Espíritu de Cristo que sigue dándonos su vida diariamente, una calidad de vida que es eterna, que nos levanta del muladar y nos hace sentar con príncipes. Que nos ministra una fe que vence al mundo. El nos dijo:

“En el mundo tendréis tribulación, pero TENED ÁNIMO, yo he vencido al mundo.”  (Juan 16:33)

La vara de la disciplina y el cayado de Su cuidado

Necesitamos saber que nuestro Buen Pastor tiene no solamente la vara de disciplina, sino el cayado que utiliza el pastor para rescatar la oveja que ha caído.  Muchos cristianos conocen la vara, pero no el cayado que infunde aliento. El cayado, es la seguridad de que el Buen Pastor está cuidando de mí y que no me va a dejar caer por el precipicio. El cayado da la seguridad en un amor que no me dejará. Necesitamos conocer el Buen Pastor que da su vida por las ovejas.

Su cayado me dice que Dios tomará las medidas necesarias para evitar que me pierda, que Su mano fuerte me sostendrá.

“El que RESCATA DEL HOYO TU VIDA, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”  (Salmo 103:4-5)

Su cayado me infundará aliento y confianza.  Sus promesas me dan seguridad.

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”  (Romanos 8:32)

Algunos predican solamente la vara.  El que predica la ley, produce el sentimiento de condenación. Los que se sienten condenados, también condenan, y no inspiran vida. El diablo utiliza la ley y la conciencia para oprimir y  deprimir. Muchos cristianos viven bajo condenación y otros ya han dejado de luchar y han ido al mundo y al dinero para su aliento, buscando encontrar el fruto del Espíritu en las obras de la carne.

San Pablo pregunta:  “¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” y sigue preguntando, “¿Será Cristo el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros?”  ¡Por supuesto que no! Si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad. Él es fiel a Su promesa, y justo, pues no va a cobrar una deuda dos veces. No te cobrará a ti, lo que Cristo ya pagó en la cruz.

El acusador de los hermanos es el diablo que se aprovecha de los que por ignorancia utilizan la Biblia para traer condenación a los creyentes.  Encuentro dondequiera corazones apocados, espíritus afligidos y muchos que han perdido la esperanza y una visión por la cual vivir.

Las ovejas necesitan aliento, vida, esperanza.  Jesús dijo:  “Mis palabras son vida”.  Salomón escribió:

“Hijo mío, está atento a MIS PALABRAS…  Porque son VIDA a los que las hallan, y MEDICINA a todo su cuerpo.”  (Proverbios 4:20)

Nos podemos someter a la vara de la disciplina, sabiendo que Dios nos quiere librar del dominio y esclavitud del pecado.  Podemos tener seguridad con Su cayado que nos infunde aliento, sabiendo que nada, ni nadie nos puede separa del amor de Dios que está en Cristo Jesús.

La función de la Iglesia

La Iglesia debe ser un sanatorio para ejecutar el ministerio de sanidad.  Por eso vino Cristo, a sanar a los quebrantados de corazón y dar buenas nuevas a los abatidos. Para dar el óleo de gozo en lugar del espíritu angustiado y el manto de alegría en vez de las cenizas de un fuego que se apagó.

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a…  VENDAR A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a CONSOLAR A TODOS LOS ENLUTADOS;

a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé GLORIA en lugar de ceniza, ÓLEO DE GOZO en lugar de luto, MANTO DE ALEGRÍA en lugar del espíritu angustiado.”  (Isaías 61:1-3)

La Iglesia en algunas áreas es un “palo”-torio, en vez de un “sana”-torio.  Donde se les da palos, y donde se hieren los unos a los otros con rechazo y desprecio. Dios requiere de sus embajadores que busquen al descarriado y venden la pierna quebrada, y que hagan un camino recto donde los peregrinos puedan andar sin tropezar.

El Buen Pastor

“En lugares de DELICADOS PASTOS me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.”  (Salmo 23:2)

Jesús dijo:  “Si me amas apacienta mis corderos”.  Igual que nuestro Buen Pastor, un buen pastor lleva a las ovejas por pastos verdes. No doctrinas secas sin vida. Sabe diferenciar entre lo verdadero y lo falso. Los pastos verdes vienen por la revelación del Espíritu. Es algo vivo y fresco que Dios ha puesto en el corazón de su siervo para dar aliento y vida a las ovejas. Para tener esto, su siervo tiene que morir a su “yo”, a su egoísmo y sus ambiciones, para dar su vida diariamente por las ovejas. Solamente los que mueren a si mismos, pueden dar vida a otros. El que da su vida por otros, y se sacrifica, se abniega, siembra las semillas de vida. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo.

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, LLEVA MUCHO FRUTO”.  (Juan 12:24-25)

El buen pastor da su vida por las ovejas.  Se enfrenta a los lobos y ladrones. Conoce a los que flaquean y cojean. Muestra amor e interés en cada miembro y no se esconde detrás de sus libros de teologías mientras que los miembros sufren y padecen malos tratos en casa: donde en hogares, la tele y el Internet han tomado el lugar del altar familiar; donde hay disputas y contiendas familiares que no se resuelven con un sermón el domingo; donde tenemos que involucrarnos en situaciones embarazosas hasta extirpar el cáncer. El reino de Dios no consiste en comida y bebida y en cenas y comidas, sino en justicia, paz y gozo. Comencemos trayendo justicia (el orden Divino) y luego habrá paz en el hogar y el amor de Dios cubrirá una multitud de pecados.

El Señor es mi Pastor, nada me faltará.  Las ovejas deben poder descansar junto a aguas de reposo, no estar angustiadas y agitadas por la contención en casa, ni por las acusaciones del enemigo.  Debemos ser reparadores de los portillos arruinados y restauradores de calzadas.  No derrumbar por nuestro ejemplo lo que edificamos con nuestras palabras.

El soplo de vida

“Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos:  He aquí, YO HAGO ENTRAR ESPÍRITU EN VOSOTROS, y viviréis…y pondré en vosotros espíritu, y VIVIRÉIS; y sabréis que Yo soy JEHOVÁ.”  (Ezequiel 37:5-6)

El profeta Ezequiel profetizó sobre los huesos muertos y se unieron y se reavivaron.  El pueblo de Israel había perdido la esperanza, por eso eran esparcidos como huesos secos. Cuando el Espíritu Santo sopla sobre Su pueblo y recibimos Su palabra con fe, Él hace entrar en nosotros su espíritu, nos reaviva y nos hace levantarnos como un ejército.

La resurrección de Cristo surgió en primavera.  Ahora es la primavera de la Iglesia y la BRISA DEL CIELO ESTÁ SOPLANDO DE NUEVO.  La palabra de Dios hace que los huesos secos se unan y que se levante como un ejército.  El pueblo de Dios había perdido la esperanza y cuando la recobraron, se levantaron de nuevo.  No pierdas la confianza que tiene gran galardón.

“Así que no perdáis la CONFIANZA, porque ésta será grandemente recompensada.”  (Hebreos 10:35)

Necesitamos de nuevo apartarnos de todo lo que nos contamina, y unidos en el aposento alto, esperar el viento recio, el soplo Divino, que DISIPA LAS TINIEBLAS y nos da nuevo aliento, una nueva visión, y un coraje que nos capacita para tomar el territorio perdido y avanzar en vez de retroceder.

Levantémonos, quitémonos el polvo del camino y vamos hacia delante, a la perfección, sabiendo que podemos echar nuestras ansiedades sobre Él, pues tiene cuidado de nosotros.

Ánimo, ya tienes vida eterna, que el combustible celestial no se va a acabar a medio camino.  El que comenzó una buena obra en ti la terminará.  Hoy está soplando sobre ti el Espíritu de Cristo que te hará revivir y de nuevo las ascuas casi apagadas brotarán en llamas.

Podemos venir al trono de Su gracia con confianza.

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.”  (Salmo 23:5)

Los angustiadores son el enemigo y los pensamientos que nos producen angustia, condenación y remordimiento.  Aunque están allí, el Señor nos prepara una mesa, un banquete de sus promesas sirviéndonos con amor.

“Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”  (Salmo 23:5)

Ahora para nuestro futuro nos asegura:

“Ciertamente el BIEN y la misericordia me seguirán TODOS LOS DÍAS de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.”  (Salmo 23:6)

Toma aliento, sacúdete del polvo, levántate y toma de nuevo la espada del Espíritu y pelea la buena batalla de la fe.

Amen.

En el amor de Cristo,

Daniel

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