El propósito del
sufrimiento
11 de enero,
2011
“Mas el Dios de toda gracia,
que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, DESPUÉS
que HAYÁIS PADECIDO un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” (1ª Pedro
5:10)
¿Tiene algún propósito el sufrimiento?
La pregunta universal es ¿Por qué hay
tanto sufrimiento? ¿Por qué Dios,
todopoderoso, permite el sufrimiento y los desastres
naturales? ¿Por qué se
incrementan las enfermedades incurables a pesar de la
ciencia moderna y de los adelantos de la medicina y la
tecnología? ¿Por qué la
situación del mundo es tan terrible con violencia,
terrorismo, infidelidad y sufrimiento?
No tengo todas las respuestas, pero me
parece que Dios está enseñándonos lecciones, pues más
cosas difíciles nos esperan y tenemos que experimentar
la victoria en lo natural y aprender a luchar en lo
espiritual.
Según el diccionario, el sufrimiento es
agonía, aflicción, dolor intenso o pena. Según la Biblia,
la aflicción sirve para quitar nuestra vista de las
cosas temporales para poder ver REALIDADES ETERNAS
(Filipenses 3:8).
Quizás nos resulte
impensable dar gracias a Dios por el sufrimiento. Pero, a pesar de
que las aflicciones son dolorosas, Dios las puede usar
para lograr sus propósitos en nuestras vidas. La clave está en
que seamos capaces de entender los propósitos del
sufrimiento, de lo contrario podemos caer en la trampa
de la amargura, la queja, el lamento, la desesperanza,
el deseo de venganza o la ruptura de relaciones. ¿Que beneficio
hay en el sufrimiento? Aquí propongo
algunos motivos por los cuales Dios estaría permitiendo
el sufrimiento en nuestras vidas.
SUFRIENDO POR OBEDIENCIA A
DIOS
Comencemos a buscar las respuestas en la
Palabra de Dios. Está escrito y
profetizado ocho siglos antes de Cristo que “Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento” (Isaías 53:10). Isaías declara
que Cristo era: “varón de dolores,
experimentado en quebranto” (Isaías
53:3).
Jesús cumplió esta profecía durante toda su vida.
Vino a
sanar a los quebrantados de corazón, pero no pudo
salvarse a si mismo. La palabra dice
que Jesús “aprendió” obediencia por lo que padeció.
“Y aunque era Hijo, a través
del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y
habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que lo obedecen.” (Hebreos
5:8-9)
La madurez se alcanza por medio de nuestra
obediencia a Dios EN MEDIO del sufrimiento.
El sufrimiento que Jesús experimentó, fue
resultado directo de su OBEDIENCIA a la voluntad de
Dios. El
curso del sistema del mundo se opone directamente al
reino de Dios, por lo tanto cuando obedecemos a Dios nos
movemos contra la corriente. Esto
automáticamente produce conflicto, el cual origina
persecución y aflicción. Este tipo de
sufrimiento es causado cuando resistimos nuestros deseos
que son contrarios a la voluntad de Dios y cuando
resistimos la voluntad del hombre, para someternos a la
de Dios, sin embargo esto producirá vida en el
Espíritu.
“Porque nosotros que vivimos,
siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal. De manera que la
muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.” (2ª Corintios
4:11-12)
SUFRIENDO POR LA IGLESIA
¿Acaso hay necesidad de que suframos para
que madure la Iglesia? San Pablo
escribió algo difícil de entender, dijo: “cumplo en mi carne
lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo,
que es la iglesia” (Colosenses
1:24).
Moisés escogió sufrir con el pueblo de
Dios en vez de gozar de los deleites temporales. En esta sociedad
Hedonista, los placeres y la felicidad son los que
mandan.
“…escogiendo antes ser
maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado.” (Hebreos
11:25)
José también sufrió maltrato de sus
hermanos e injusticias y aun cárcel. Después de que
José había pasado sus años de prueba, aflicciones y
acusaciones falsas, llegó al trono de Egipto como
gobernador. Entonces, pudo
influenciar al gobierno de Faraón para salvar a la
pequeña nación en peligro de extinción. De allí salió lo
que ahora es la nación de Israel. De estos pocos
peregrinos, en tierra extraña, salio el gran libertador
Moisés, y después el Mesías mismo, nuestro Salvador.
Cada
experiencia y prueba que sufrió José, apuntaba al clímax
que era la venida del Salvador. Cada tentación y
prueba que superamos, apunta hacía la salvación de la
raza humana y a la perfección de la Iglesia.
No sólo los sufrimientos de Cristo son
redentores, sino los de todos los mártires, apóstoles,
profetas y el gran numero de personas desconocidas y
olvidadas que sufren en silencio dolores e injusticias
por causa de Cristo. Algún día habrá
recompensa y galardón. NO SON EN VANO,
las lágrimas, las intercesiones ni los gemidos
indecibles. Con los años se
incrementan los dolores tanto del alma como del cuerpo.
Todos
sufrimos de alguna manera, incluso en las relaciones que
Dios aprueba hay dolor. Pero cada dolor
está llenando la vasija de perfume y cumpliendo lo que
falta para perfeccionar la Iglesia. Algún día vamos a
heredar lo que Dios ha prometido. Mientras tanto,
soportemos todo lo que venga, con esperanza y confiando
que no seremos tentados más de lo que podamos soportar.
San Pablo
lo expresó bien:
“Porque hermanos, no queremos
que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos
sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más
allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos
la esperanza de conservar la vida.” (2ª Corintios
1:8)
Comienzo a entenderle un poco. Somos partícipes
del sufrimiento y así lo seremos de la gloria
venidera.
Un poco más y vendrá el alba y todo dolor cesará.
EL
SUFRIMIENTO PURIFICA NUESTRA FE
El sufrimiento es una PRUEBA para la fe.
A los ojos
de Dios, la prueba de nuestra fe es más preciosa que el
oro, aunque sea probada con fuego. Así como el fuego
prueba y purifica los metales preciosos, el sufrimiento
prueba y purifica nuestra fe. Es mucho más
valiosa y fuerte aquella fe que ha resistido las pruebas
más duras, que aquella que se derrumbó ante la primera
prueba.
El fuego se está calentando. Muchos caerán
porque no están preparados para sufrir. El sufrimiento es
parte de la vida, que no te venga de sorpresa. Ármate con la
armadura de un soldado, dispuesto a resistir a pesar de
lo que venga. Los vencedores,
vencieron por la sangre del Cordero, por la palabra de
su testimonio y porque no amaron sus vidas hasta la
muerte.
Pruebas y tentaciones son permitidas por
Dios para enseñarnos y madurarnos. Dios obra en
nosotros su carácter en el fuego de la aflicción pero el
cuarto hombre estará a nuestro lado.
Por medio del sufrimiento Dios purifica
nuestra fe. San Pedro
dijo:
“Aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en
diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,
MUCHO MÁS PRECIOSA QUE EL ORO, el cual aunque perecedero
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y
honra cuando sea manifestado Jesucristo.” (1ª Pedro
1:6-7)
La fe es la evidencia de lo que esperamos.
Fortalécete
en la fe, guárdala como un tesoro, que nadie ni ninguna
cosa te la robe, pues la fe es lo único que abre el
cielo y que nos trae las bendiciones de Dios. La fe viene por
el oír y por seguir oyendo y oyendo. Cierra tu mente a
todo lo que contradice tu fe. Tenemos que vivir
por encima de lo sensual y natural si queremos ser
hombres y mujeres espirituales. Los temores y las
dudas deben retirarse ante el avance de la declaración
de fe.
EN
ESTE MUNDO TENDREMOS AFLICCIÓN
“Estas cosas os he hablado
para que en mí tengáis paz. En el mundo
TENDRÉIS AFLICCIÓN; pero CONFIAD, yo he vencido al
mundo.” (Juan
16:33)
Actualmente muchos creyentes están siendo
probados por guerras, torturas, hambres y persecución,
sancionados por sus gobiernos. La iglesia desde
su infancia ha sido perseguida y ha pasado pruebas y
tribulaciones. Tenemos que estar
preparados no sólo para creer, sino para sufrir. San Pedro dijo
que no debemos sorprendernos por las cosas que podemos
padecer. No
debe tomarnos de sorpresa, pues es allí donde debemos
perseverar y confiar y no caer en queja o
incredulidad.
“Amados, NO OS SORPRENDÁIS del
fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna
cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois
participantes de los padecimientos de Cristo, para que
también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría.” (1ª Pedro
4:12-13)
Todos los que deciden vivir una vida santa
y consagrada a Dios, sufrirán persecución, pero en
especial los que están al frente y a la vista de todos.
El Señor
promete guardar a sus elegidos en la hora de la prueba,
no quitándoles del mundo, sino guardándoles en el mismo
fuego, como hizo con los compañeros de Daniel.
“Por cuanto has guardado la
palabra de mi paciencia, YO TAMBIÉN TE GUARDARÉ de la
hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero,
para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo
pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona.” (Apocalipsis
3:10-11)
DIOS
USA EL SUFRIMIENTO PARA LLAMARNOS LA
ATENCIÓN
El sufrimiento puede ser una disciplina de
nuestro Padre celestial y nos asegura que Dios nos ama.
Todo padre
entiende que los castigos impuestos a los hijos son para
su propio bien.
“Porque el Señor al que ama,
disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo
es aquel a quien el padre no disciplina?” (Hebreos
12:6-7)
David el salmista dijo: “Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento”. Antes de que la
oveja se descarríe, el pastor utiliza la vara. Es una disciplina
para evitar que la oveja se salga del camino y se
pierda. David reconoció
la bondad de Dios en la disciplina cuando dijo:
“Antes que fuera afligido, yo
me descarrié, mas ahora guardo tu palabra…BUENO es para
mi ser afligido, para que aprenda tus estatutos.” (Salmo 119:67,
71)
David Wilkerson en su carta “El Poder Sanador de
Las Aflicciones” explica este versículo:
“En realidad el rey
David está diciendo: “Yo sé que el
Señor lo permitió, para poder limpiar toda la escoria,
tonterías y carne que hay en mí. Si Él no hubiese
puesto su temor en mi corazón – si Él no hubiese
trabajado con estos problemas – yo no estaría aquí hoy.
Me hubiera
PERDIDO. Dios conocía lo
que había en mi corazón, y Él sabía exactamente CÓMO
LLAMAR MI ATENCIÓN.”
Cuando nos
humillamos durante nuestra aflicción, Dios es fiel en
darnos maravillosas revelaciones de su misericordia.
Él hizo eso
para mí. La
verdad es que ha sido durante mis horas más oscuras,
cuando Dios ha hecho un gran trabajo en mi vida. Yo he aprendido
las lecciones más duraderas de mi vida en mis momentos
de más profundo dolor. Fue ahí donde
vino su misericordia – cuando finalmente dejé de tratar
de comprender las cosas y simplemente me agarré de Él,
confiando que me libraría y trabajaría su propósito en
mí.”
Dios puede utilizar las desgracias, las
pruebas y el sufrimiento para ENDEREZARNOS y atraernos
hacia Él.
La historia de Israel es una repetición de
las bendiciones de Dios, luego, como se alejaron de Dios
adaptando costumbres de los paganos y como a
consecuencia Dios tuvo que disciplinar a su pueblo para
que dejasen su idolatría.
También a nivel nacional vemos las
disciplinas del Señor sobre países idólatras. Claro está que
Dios no quiere la muerte de nadie. Jesús reprendió a
sus discípulos diciendo: “El hijo del hombre
no vino a destruir, sino a dar
vida”. Pero es cierto
que el pecado abre puertas al enemigo para causar
desastres y el príncipe de la potestad del aire influye
sobre cambios climáticos. Jesús reprendió
al viento y cesó la tormenta. Obviamente había
una fuerza maligna detrás de esa tormenta deseando
destruir a los discípulos.
EL
VALLE DE SUFRIMIENTO ES EL LUGAR MÁS
FRUTÍFERO
Así como Dios permitió que José pasara por
muchas pruebas, así también Dios nos permite pasar por
conflictos grandes. Aunque el enemigo
trae cosas a nuestras vidas para destruirnos, Dios tiene
un plan de redención, un plan para salvar a muchos.
José pudo
declarar:
“Vosotros pensasteis mal
contra mí, MAS DIOS LO ENCAMINÓ A BIEN, para hacer lo
que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.”
(Génesis
50:20)
Pero a pesar de los años de prueba, llegó
el momento cuando Dios hizo que José olvidara la
dificultad y el dolor de su vida.
“Y llamó José el nombre del
primogénito, Manasés; porque dijo: DIOS ME HIZO
OLVIDAR todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.”
(Génesis
41:51)
Hay algo maravilloso en la capacidad del
Señor para hacernos olvidar nuestro dolor y obrar para
que todas las cosas nos ayuden a bien. Dios nos ordena
olvidar lo pasado y recordar sus misericordias, sus
milagros e intervenciones en nuestra vida. Recordar su
fidelidad y su amor, por que a pesar de nuestras
debilidades, NOS HA MANTENIDO EN PIE.
“Olviden las cosas de antaño;
ya no vivan en el pasado. Voy a hacer algo
nuevo ¡Ya está sucediendo! ¿No se dan
cuenta? Estoy abriendo un
camino en el desierto y ríos en lugares desolados.”
(Isaías
43:18)
Dios hizo que José fuese fructífero en las
mismas cosas que lo afligieron. En la tierra de
aflicción, en el valle de sufrimiento, es el lugar donde
Dios nos hace fructificar. El Señor tocará a
muchos otros con la sustancia de lo que hayas ganado en
tus luchas.
“Y llamó el nombre del
segundo, Efraín; porque dijo: DIOS ME HIZO
FRUCTIFICAR en la tierra de mi aflicción.” (Génesis
41:52)
Dios no nos ha prometido guardarnos de los
valles y los sufrimientos, pero sí que nos hará
fructíferos en ellos.
EL
SUFRIMIENTO NOS CAPACITA PARA CONSOLAR A
OTROS
Quienes han atravesado una crisis fuerte
están mejor capacitados para comprender a quienes les
toca pasar por situaciones semejantes. Dios tomará
nuestros sufrimientos y los usará para ensanchar
nuestros corazones. Así podemos
comprender y consolar a otros que también están
sufriendo. Cuando hemos sido
“experimentados
en quebranto”, entonces podemos ser ungidos con
compasión para consolar y liberar a otros. En cada prueba se
adquiere una medida de comprensión, en cada dolor hay
una esperanza.
“Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y
Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que PODAMOS TAMBIÉN
NOSOTROS CONSOLAR a los que están en cualquier
tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque de la
manera que abundan en nosotros las aflicciones de
Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra
consolación.”
(2ª Corintios 1:3-5)
Seguramente hay muchos más propósitos:
con el sufrimiento
Dios nos llama al auto examen (Apocalipsis
3:19),
nos motiva a
clamar a Él (Salmos 9:12),
nos da evidencia
de la guerra espiritual (Efesios
6:11-12),
nos ayuda a
reevaluar prioridades (Salmos 107:17),
nos llama a
identificarnos con Cristo (Filipenses
3:10), etc.
Con tan larga lista, debemos dejar de ver
el sufrimiento como una maldición y comenzar a verlo
como una oportunidad, como algo que nos permite
comprender la labor redentora de Jesús. Nota que el
sufrimiento no nos redime, no caigamos en la trampa de
sentir que merecemos algo después de ello, sino que
atrae nuestra atención hacia lo que VERDADERAMENTE VALE.
Así que,
por extraño que parezca, demos gracias a Dios por el
sufrimiento.
¡Gracias a Dios, el sufrimiento es sólo
por un BREVE período antes del TRIUNFO FINAL! “Mas el Dios de toda
gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido UN POCO DE TIEMPO, Él mismo
os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca” (1ª Pedro 5:10).
Que la gracia del Señor sea con todos
vosotros y que su Presencia os de consuelo en vuestra
aflicción.
“Alégrense en la esperanza,
muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la
oración.” (Romanos
12:12)
Un abrazo paternal,
Daniel